¿Cómo puede ayudar la psicología en el control de peso?

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La comunidad médica asegura que son dos las claves principales para perder o controlar el peso: establecer unas pautas de alimentación adecuadas e instaurar hábitos que nos lleven a una vida menos sedentaria.

Así, una persona que sigue unas pautas guiadas de alimentación y realiza un ejercicio físico pautado tiene que reducir peso al disminuir su ingesta calórica y aumentar sus necesidades de energía. La aritmética así lo asegura, pero todos los que hemos iniciado una dieta sabemos que no es fácil cumplirla a rajatabla, resistiéndose a las tentaciones, ni tampoco somos capaces de instaurar hábitos que sean perdurables en el tiempo.
Muchas personas al salir de la consulta con el médico o con el nutricionista se encuentran solas ante el peligro, acompañadas tan sólo de un papel en el que se incluye las comidas a realizar en los próximos días y con la indicación de “haga más ejercicio” y, eso sí, con mucha determinación para esta vez sí cumplir lo que en el papel se indica. Sin embargo está comprobado que casi el 50% de las personas que inician una dieta tienen deslices las primeras semanas, únicamente el 25% alcanza su peso objetivo y tan solo un mínimo porcentaje consigue mantenerlo más allá de un año.
Resulta claro que hay aspectos que influyen más allá de saber qué es lo que tenemos que hacer para controlar el peso, y estos son factores de índole emocional, de la gestión de los pensamientos y conductas que pueden interferir en el control de peso. Aquí la psicología adquiere gran relevancia, pues nos puede ayudar a conseguir cambios de conducta y estilos de vida más saludables y es fundamental en personas que, además de querer conseguir un peso más saludable, tienen añadidos otros problemas que pueden también influir en su peso, como son la depresión, la ansiedad, los trastornos alimentarios, enfermedades crónicas etc.
Con asesoramiento y acompañamiento del psicólogo, conseguirá cambiar las conductas alimentarias y los pensamientos poco saludables, realizando una exploración de tu caso concreto, tus hábitos y tu contexto para poder realizar una intervención a medida que seguirá unas pautas que serán similares a las siguientes, propuestas por APA (Asociación de Psicología Americana). Fuente. INFOCOP.

• Registrar sus conductas
: Las investigaciones señalan que las personas que llevan un registro diario de sus comidas, tienen más éxito a la hora de perder peso. Anote sus pensamientos, sentimientos, e información sobre el entorno (que comió, cuándo y qué estaba haciendo). Esto le ayudará a entender sus conductas alimentarias, y a identificar áreas de cambio.
• Registrar nivel de actividad: Este es otro aspecto importante del autoregistro. Incluye no sólo la cantidad de ejercicio que realiza, sino también su grado de actividad a lo largo del día. Una táctica útil aquí, puede ser el uso de un podómetro para registrar el número de pasos diarios.
Establecer comidas regulares: Hay pacientes que prescinden del desayuno con frecuencia, pensando que, de este modo, se reducen calorías o “se ahorran” para más tarde. Lejos de beneficiar, saltarse las comidas puede ralentizar su metabolismo, hacerle más propenso a “atracones” de comida, y tener un efecto negativo sobre su salud.
• Practicar “alimentación consciente»: La investigación muestra que las personas con problemas de alimentación no suelen prestar atención a si realmente se sienten hambrientos cuando comen. Los psicólogos pueden ayudar a aprender ejercicios de conciencia plena para incrementar este conocimiento, y hacer que la comida sea más agradable.
• Identificar factores asociados con las comidas: A veces, las personas pueden asociar ciertas emociones, experiencias o actividades diarias con conductas particulares. Por ejemplo, si usted come normalmente viendo la televisión, su cerebro hace una asociación entre la alimentación y la TV. En este caso, puede comenzar a romper esta asociación, evitando comer mientras está sentado frente a la pantalla.
• Reconocer emociones: Es importante averiguar qué está sucediendo emocionalmente mientras picotea, come en exceso o elige alimentos poco saludables. Identifique el sentimiento: ¿Es aburrimiento, estrés o tristeza? Es necesario que los pacientes determinen si en realidad están hambrientos o simplemente comen en respuesta a una emoción. Si usted no tiene apetito, trate de satisfacer la necesidad de otra manera.
• Modificar pensamientos y conductas poco saludables: Reforzar conductas saludables es importante de cara a lograr sus metas de control de peso. Frecuentemente, el tener que cambiar hábitos relacionados con la salud suscita pensamientos y sentimientos negativos en las personas, que ven el proceso como un castigo. A este respecto, algunos tienen una actitud de “todo o nada”, identificando la pérdida de peso en términos de “seguir o no seguir una dieta”. La labor de los psicólogos aquí es ayudar a hacer frente a los sentimientos negativos y encontrar maneras de recompensar los cambios saludables en sus hábitos alimentarios.